El Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente el movimiento, puede manifestarse en los pies y alterar la pisada. En este artículo, exploraremos los síntomas específicos que pueden surgir en esta área y proporcionaremos consejos prácticos sobre cómo abordar sus consecuencias. La enfermedad de Parkinson es una de las tantas enfermedades mentales que afectan directa o indirectamente a nuestros pies.
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica que afecta principalmente el sistema nervioso central, particularmente las áreas del cerebro responsables del control del movimiento. Se caracteriza por síntomas motores como temblores, rigidez muscular, lentitud de movimientos y problemas de equilibrio.
En las etapas iniciales de la enfermedad de Parkinson, el rostro puede tener una expresión leve o nula. Es posible que los brazos no se balanceen cuando caminas. El habla puede volverse suave o incomprensible. Los síntomas de la enfermedad de Parkinson se agravan a medida que la afección evoluciona.
Sin embargo, aunque es una enfermedad neurodegenerativa, afecta más de lo que crees a los pies y a nuestra pisada.
Los síntomas de la enfermedad de Parkinson varían según la persona. Los primeros síntomas pueden ser leves y pasar desapercibidos. Por lo general, los síntomas se manifiestan en un lado del cuerpo y continúan empeorando en ese lado, incluso cuando comienzan a afectar las extremidades de ambos lados.
Entre los síntomas característicos se incluyen los temblores, que suelen comenzar en una extremidad, como la mano o los dedos, manifestándose en formas como el temblor de rodamiento de la píldora. Además, la lentitud en los movimientos, la rigidez muscular y los problemas de equilibrio son señales frecuentes de la enfermedad.
La afectación también puede extenderse a aspectos cotidianos como el habla y la escritura, donde se pueden observar cambios en el tono, la velocidad o la claridad al hablar. También una escritura más pequeña y menos legible. Estos síntomas, aunque diversos, son indicativos de la enfermedad de Parkinson y pueden requerir intervención médica especializada para gestionar eficazmente sus efectos sobre la calidad de vida del paciente.
Esta enfermedad tiene una relación directa con el pie y la biomecánica que pueden influir en la forma en que una persona camina y se mueve. Estos cambios en la marcha y la postura pueden conducir a problemas específicos en los pies, como:
Los pacientes con Parkinson pueden arrastrar los pies al caminar debido a la rigidez muscular y la falta de coordinación motora. Esto puede aumentar el riesgo de tropiezos y caídas, por un aumento de la inestabilidad
El congelamiento de la marcha es un síntoma común en personas con Parkinson, caracterizado por la interrupción temporal de la capacidad de iniciar o continuar el movimiento, especialmente al intentar caminar. Esto puede hacer que la persona sienta como si sus pies estuvieran “pegados” al suelo.
La rigidez muscular y la pérdida de equilibrio asociadas con el Parkinson pueden afectar la postura de una persona, lo que a su vez puede influir en cómo pisa y se apoya en los pies al caminar.
La rigidez muscular y la falta de movilidad pueden causar dolor en los pies y las articulaciones debido a la tensión y la sobrecarga.
A nivel podológico y biomecánico es importantes poder valorar con un estudio biomecánico de la marcha a los pacientes con Parkinson para ayudar a controlar los síntomas motores y mejorar la calidad de vida de los pacientes. También es positivo para valorar la posibilidad de mejorar el apoyo mediante unas plantillas personalizadas Podoactiva. Esto, a su vez puede beneficiar la función del pie y la marcha. Asimismo, es importante hacer ejercicios que sean adecuados para usted y para su enfermedad. Esto puede ser tan simple como ejercicios en silla o estiramientos musculares.
Si hablamos de problemas dermatológicos, lo más común es que nos encontremos unos pies descuidados con problemas de infecciones por falta de higiene, por una mala técnica de cortar las uñas o por no deslaminar determinados callos, durezas y helomas en el podólogo. Se deben cortar las uñas de forma recta para evitar uñas incarnadas. Si es posible, hidratar los pies con cremas específicas para reducir el riesgo de lesiones cutáneas. Y, por último, acudir al podólogo para controlar la salud podológica mediante una quiropodia para intentar no agravar problemas.
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